T ́U-KU NA ́HSIN: EXPELER LO VIEJO Y APREHENDER LO NUEVO
T’U-KU NA’HSIN. ch. <Expeler lo viejo (y) aprehender lo nuevo>. Ejercicios de respiración taoísta. Se exhala por la boca lo mas completamente posible el aire ya utilizado, y se inspira por las fosas nasales el aire fresco, de modo que este llene al máximo los pulmones. Por medio de esta técnica, se expulsa al <hálito muerto> y se absorbe <hálito vivo>, condición necesaria para alcanzar la inmortalidad. El t’u-na es uno de los diversos métodos de nutrición del cuerpo o de la vida. La exhalación del <hálito muerto> se puede acompañar por seis sonidos diversos, cada uno de los cuales obra sobre un determinado órgano interno y tiene una virtud terapéutica específica.
Si se expele el aire con el sonido ch’i (ki) se obra sobre los pulmones y puede curarse la tisis; si es con el sonido ho (he) se opera sobre el corazón y se alivia el dolor de cabeza; si con hsu (xu), el efecto es sobre el hígado y beneficioso para una constitución flemática; si es con hu (hu), se obra sobre el bazo y se baja la fiebre; si es con ch’ui (chui), se obra sobre los riñones y se previenen resfriados; si es con hsi (xi), el efecto es sobre el tracto digestivo y el sistema urogenital y se alivian los dolores reumáticos.
T ́AS ́HIS: RESPIRACIÓN EMBRIONAL
T’AS-HIS. ch. <Respiración embrional>. Práctica de meditación taoísta destinada a lograr la perpetuidad de la vida. Consiste en aprender a respirar como el embrión en el seno materno. Fundamentalmente, constituye una combinación entre la retención y la circulación del hálito, de modo de producir un <cuerpo de inmortalidad> (embrión sagrado) nutrido por el hálito. A la muerte del adepto, este embrión se separa del cadáver (shih-chieh*) y se desarrolla en forma de un inmortal (hsien).
Se comienza por la práctica de retención del hálito: En el curso de ejercicios diarios, se retiene el aire primero durante 3, 5, 7, 9 latidos cardiacos, y luego se va aumentando paulatinamente hasta alrededor de 1.000. Desde este punto, el practicante está en condiciones de curar por medio de la respiración sus enfermedades, y aproximarse a la inmortalidad. El hálito así retenido se hace circular guiándolo por el cuerpo. Esta circulación guiada se opera gracias a la visión interna. Normalmente, el aire inhalado pasa por el corazón y el bazo, y de aquél, al hígado y los riñones, pero el taoísta procura guiar el hálito hasta el campo de cinabrio inferior (tan-t’ien), en la zona umbilical, y de aquí hasta la planta de los pies. Después debe dirigirlo a lo largo de la espina dorsal hasta el cerebro, es decir, hasta el campo de cinabrio superior, hacerlo descender al tórax (campo del cinabrio medio) y, a través de los pulmones, volver por la tráquea. Una vez que el aire llega de retorno a la garganta, se va deglutiendo: Así se nutre uno con el hálito. A la vez que se realiza esta circulación del aire, se trata de producir el máximo posible de saliva, lo que se favorece oprimiendo la lengua contra las encías; y la saliva se deglute junto con el hálito. Hálito y saliva constituyen la mejor nutrición para el aspirante a la inmortalidad: El cuerpo se va haciendo liviano y transparente, hasta poder montar sobre las nubes (fei-sheng).
Para comprender el sentido de la respiración embrional en el taoísmo, se debe tener presente que, según esta concepción, el hombre consiste en hálito, o sea, en energía vital (ch’i). El cuerpo humano está formado por energías groseras, de naturaleza térrea, mientras que la vitalidad es la energía que circula entre la tierra y el cielo. Si se quiere lograr la inmortalidad, las energías groseras deben substituirse por energías puras o sutiles. Para ello es menester, a la vez que la práctica del t’ai-hsi, la abstención de cereales y granos en general, que también consisten en energías grosera o térreas.